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miércoles, 15 de junio de 2022

LA DISFONÍA INFANTIL: MEDIDAS PREVENTIVAS

INTRODUCCIÓN:

Los nódulos vocales son la más frecuente lesión adquirida de las cuerdas vocales en los niños de edad escolar. Se atribuye el desarrollo de estas lesiones nodulares a actividades relacionadas con abuso vocal1.

La disfonía infantil una vez instalada, obliga a realizar ciertas modificaciones de los hábitos vocales a nivel individual (paciente) y también a nivel familiar.

Los nódulos son lesiones inflamatorias benignas generalmente localizadas en la unión del tercio anterior con los dos tercios posteriores de las cuerdas vocales, donde se localiza la máxima amplitud de vibración de las cuerdas1.

Es imprescindible realizar una tarea eficaz de prevención encaminada a evitar la manifestación de la disfonía en la infancia. En este sentido, se impone la necesidad de ofrecer a las familias la información y los recursos necesarios para que puedan actuar antes que se origine el trastorno vocal en sus hijos.

Una vez formado el nódulo, la disfonía resultante confiere a la voz una calidad aérea, ronca y opaca, con una tendencia a los tonos bajos que está relacionada con la carga de masa que los nódulos ejercen sobre la cuerda vocal1.

En todo el proceso de prevención hay que destacar la importante labor que realizan el pediatra, el otorrinolaringólogo (ORL) y el logopeda.

Estos profesionales sanitarios suelen ser los primeros en detectar el problema vocal iniciando una valoración y/o un tratamiento reeducativo de la voz, según cada caso.

Los niños con un trastorno vocal no deben ser remitidos para tratamiento de reeducación vocal sin una exploración endoscópica cuidadosa de la laringe1.

Recordemos que el hallazgo laringológico más frecuente son nódulos cordales. La etiología más frecuente es el abuso vocal y el tratamiento de elección es la reeducación vocal2.

La/el logopeda es el profesional sanitario habilitado para valorar e intervenir los problemas de la voz en todas las etapas de la vida, desde el nacimiento hasta la tercera edad.

La reeducación de la voz será la única opción terapéutica cuando la disfonía esté instalada (tratamiento conservador).

Para indicar una fonomicrocirugía en la infancia, se considera que la edad óptima para la intervención es entre los 9 y los 11 años1.



LA DISFONÍA INFANTIL:

La disfonía en la población infantil es un diagnóstico habitual en la consulta de Logopedia, relacionado principalmente con el mal uso o el abuso de la voz.

Los trastornos vocales en la población pediátrica siempre sugieren la existencia de anomalías en la estructura, la función o el desarrollo. Aunque las causas de los problemas de la voz existen en un continuo, con las orgánicas en un extremo y las funcionales en el otro, pueden observarse cambios patológicos como consecuencia de un uso inapropiado del mecanismo vocal1.

Suele aparecer con ocasión de una alteración transitoria de la laringe (laringitis viral) durante la cual el niño no ha respetado la moderación vocal pertinente, otras veces tras una amigdalectomía, el niño puede verse obligado a un comportamiento de sobreesfuerzo vocal, etc3.

La disfonía en la infancia se puede presentar aislada o asociada a otros problemas de comunicación, como retrasos en el desarrollo del lenguaje, problemas de aprendizaje, trastornos de la audición y de la articulación1.

Es importante considerar la disfonía como una problemática multicausal en la cual intervienen factores relacionados con el entorno socio-comunicativo del niño, su personalidad, la presencia de factores predisponentes, y posibles circunstancias desencadenantes3.

Recordemos que la voz es un índice del bienestar físico y emocional. Una disfonía en un niño constituye un síntoma en la mayoría de los casos2.

La voz para el niño es una forma de expresión emocional. Su mundo está lleno de gritos y chillidos, que suelen superar en extensión e intensidad a la voz habitual3.

La cronicidad de la disfonía infantil también afecta negativamente a la calidad de vida, con sentimientos de enfado, vergüenza, tristeza e incluso aislamiento social1.

Las características generales de los niños con nódulos vocales son las siguientes:

Son niños extrovertidos, muy conversadores, realizan juegos vocales abusivos, hablan por encima del sonido ambiental, gritan mucho y de forma habitual, necesitan con frecuencia llamar la atención, son impulsivos, ansiosos, etc.

La característica más notable de la voz infantil es el cambio del tono, que va disminuyendo progresivamente durante la infancia y la adolescencia tanto en los niños como en las niñas1.

En el hogar se deberá prestar atención a los síntomas y signos de alarma que los menores puedan manifestar como por ejemplo: carraspeo, esfuerzo vocal, pérdida de voz, etc., como lo explicaba en el artículo: LAS DISFONÍAS INFANTILES: ETIOLOGÍA. SINTOMATOLOGÍA. TRATAMIENTO



¿CÓMO PREVENIR LA DISFONÍA INFANTIL?

Para prevenir la disfonía infantil es preciso identificar y luego eliminar los hábitos vocales inapropiados: gritar, vociferar, dar alaridos, carraspear, toser, hablar rápido o no articular, utilizar un tono inadecuado, etc.

Las características vocales y conductas inadecuadas de fácil observación son:

La degradación progresiva de la voz, ronquera, proyección vocal forzada, molestias y dolor al hablar, cansancio vocal, carraspera crónica, empeoramiento después de la actividad física, afonía (ausencia de voz) etc.

En ocasiones la participación en coros infantiles, comedias musicales, teatro, doblajes, etc., obliga al uso profesional de la voz sin estar preparados para dichas actividades. En estos casos, se aconseja consultar al ORL para comprobar que gozan de buena salud vocal.

En general, la prevención e higiene vocal en los niños tiende a conseguir una correcta emisión vocal y potenciar al máximo las cualidades de cada niño/a en este ámbito. Los malos hábitos fonatorios son los que “instauran la disfonía lentamente”. Es muy importante una tarea eficaz de prevención3.

Es bien sabido que los niños disfónicos son grandes imitadores de los comportamientos de sus padres. Esta información se recoge durante la anamnesis al preguntar a la familia qué hábitos de higiene vocal tienen en el hogar, ya que es fundamental conocer las causas que originaron la disfonía.

Por tanto, determinar los factores causales del origen y mantenimiento del trastorno vocal será una prioridad para el logopeda a la hora de abordar la problemática vocal de forma integral.

Cuando un niño tiene una disfonía la primera forma de actuar es eliminando los factores de riesgo que han producido un mantenimiento de la disfonía. Los más importantes son3:

  • El control de los chillidos, enseñar a observar cuanto y cuando chilla. El objetivo final no será que no chille, sino disminuir la cantidad de chillidos y enseñar a chillar.
  • La lubrificación, mediante maniobras de hidratación local y general.
  • El control de sus conflictos emocionales: moderación en las respuestas coléricas, enseñar a autocontrolarse.


La educación familiar en relación a las medidas preventivas y de higiene de la voz, es la clave para evitar la disfonía en los niños de edad escolar.

Los padres y aquellos profesionales que trabajan con menores deberán estar atentos a la sintomatología presente para poder sugerir una valoración con el ORL o la logopeda. El objetivo será recibir información y un diagnóstico laríngeo que oriente acerca de los pasos a seguir.

Por norma general la secuencia es la que sigue: detección temprana, diagnóstico ORL y tratamiento en el campo vocal con logopeda/fonoaudióloga si existe una disfonía.

La detección temprana de los trastornos de la voz y la actuación preventiva es de gran valor, porque cuanto más temprano se eduque la conducta vocal de un niño, menos probabilidad tendrá de contraer lesiones laríngeas.

Por todos estos motivos, es fundamental dar a conocer cuáles son los cuidados de la voz para que ya desde pequeños sepan cómo proteger sus cuerdas vocales.


CONSEJOS PARA CUIDAR LA VOZ EN EL HOGAR:


Procurar una hidratación adecuada: beber agua en abundancia, evitar las bebidas con hielo y los refrescos con cafeína. Si comen helado que lo deshagan en la boca antes de ser tragado.

Incrementar la humedad en el entorno familiar para evitar los medios secos y caldeados originados en invierno por la calefacción y en verano por el aire acondicionado. Impedir los cambios bruscos de temperatura3.

Modificar hábitos: hablar por encima del sonido ambiente (TV, electrodoméstico en funcionamiento) o en sitios muy ruidosos porque obliga a forzar y elevar la voz para ser escuchado.

Supervisar la higiene bucodental visitando con regularidad al dentista, habituar al niño a cepillarse los dientes después de las comidas con pasta dentífrica fluorada y controlar el consumo de azúcar dentro de los márgenes de una alimentación equilibrada3.

Instaurar el hábito de la respiración nasal: mantener la nariz limpia y permeable para favorecer la respiración nasal diurna y nocturna.

Proporcionar al niño un sueño regular y estable. El niño necesita dormir un mínimo de 10-12 horas diarias para mantener su equilibrio físico y psíquico3.

Evitar la imitación de voces y juegos: no es conveniente imitar sonidos guturales ni roncos, juegos de asustar gritando, reír con intensidad, etc.

No hablar de forma acalorada ni precipitada delante del niño. Ese es un modelo inadecuado y perjudicial para su voz3.

Respirar antes de hablar: aprender a coordinar la respiración y la fonación evitando agotar todo el aire al hablar hasta el punto que se noten las venas del cuello.

Prescindir de las moquetas (sean sintéticas o no) en las habitaciones; éstas retienen un gran número de alérgenos3.

Escuchar al niño cuando habla para que no tenga que gritar para llamar la atención del adulto. Respetar los turnos de palabra y ofrecer el tiempo necesario para que se pueda expresar a su propio ritmo.



CONCLUSIONES:

La disfonía infantil relacionada con el abuso vocal no es una enfermedad vital, por lo que su derivación para recibir tratamiento se basa en cómo afecta el trastorno a los ámbitos sociales y psicológicos, y al desarrollo global del niño1.

Dependiendo de sus características y tiempo de evolución, la disfonía puede interferir de manera negativa en la calidad de vida del menor y en sus relaciones sociales.

En este sentido, conocer las medidas de prevención de la disfonía infantil es un tema de interés para madres y padres, para que sean capaces de actuar antes que se produzca el trastorno de la voz.

El diagnóstico laríngeo más habitual son los nódulos vocales relacionado con actividades donde predomina el abuso vocal.

Por ello, para prevenir la disfonía infantil es indispensable evitar los hábitos de mal uso y abuso vocal que son el origen de la disfonía en la mayoría de los casos.

Como se ha comentado a lo largo de este artículo, los primeros síntomas de alteración vocal o una disfonía ya instalada, deben orientar a la familia para comenzar a eliminar aquellos factores de riesgo para la voz.

Solicitar información y asesoramiento profesional al logopeda siempre es tranquilizador para toda la familia y ayuda a resolver dudas acerca de la intervención.

La terapia de voz realizada por el logopeda estará encaminada a restablecer la salud de la voz y evitar la reaparición de la disfonía.

Recordemos que el logopeda es un profesional sanitario y la persona idónea para reeducar o rehabilitar los trastornos de la voz en la población infantil.


BIBLIOGRAFÍA:

  1. Núñez F., Morato M. Capítulo 16: Disfonía infantil. En: Cobeta I, Núñez F, Fernández S, editores. PATOLOGÍA DE LA VOZ. Ponencia Oficial de la SEORL-PCF. 1ª ed. Marge Médica Books; 2013. p. 295-304. Disponible en: https://seorl.net/PDF/ponencias%20oficiales/2013%20Patolog%C3%ADa%20de%20la%20voz.pdf
  2. Farías, P. Ejercicios que restauran la función vocal. Editorial Akadia. Buenos Aires, Argentina. 1ª ed. 2007.
  3. Molina Hurtado MT, Fernández González S, Vázquez de la Iglesia F, Urra Barandiarán A. Voz del niño. REV MED UNIV NAVARRA/VOL 50, Nº 3, 2006, p. 31-43. Disponible en: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/35894/1/pdf.pdf

jueves, 4 de junio de 2020

ATENCIÓN TEMPRANA: Primera infancia y familia


Las intervenciones que se realizan en Atención Temprana (AT) están destinadas a la primera infancia que se refiere a la población comprendida entre los 0 y 6 años de edad, también a la familia y el entorno, sin embargo, las madres y los padres tienen un gran protagonismo en todo el proceso terapéutico desde el inicio del tratamiento hasta el momento del alta definitiva.

Antes de avanzar con el contenido de este artículo es necesario, en primer lugar, definir el concepto de atención temprana recordando que mi objetivo primario sigue siendo escribir para el conjunto de la población a través de este Blog.

Del LIBRO BLANCO DE LA ATENCIÓN TEMPRANA (GAT, 2000) se recoge la siguiente definición:
Se entiende por Atención Temprana (AT) el conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar.

El Libro Blanco de la Atención Temprana fue elaborado, tras varios años de trabajo, por un amplio grupo de profesionales del territorio español y lo publicó, en el año 2000, el Real Patronato sobre Discapacidad, constituyéndose en un referente para todos los profesionales de la AT.

Posteriormente, con la creación de los Procesos Asistenciales Integrados (PAI) del Sistema Sanitario Público de Andalucía, en 2006 ve la luz el libro Atención Temprana: Proceso Asistencial Integrado.
En él, se define la Atención Temprana como el conjunto de actuaciones dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, con la finalidad de prevenir y detectar de forma precoz la aparición de cualquier alteración en el desarrollo, o el riesgo de padecerla, realizando, en aquellos casos que lo precisen, una intervención integral dirigida a potenciar capacidades, para evitar o minimizar el agravamiento de una posible deficiencia.

Introducción al desarrollo infantil:

Haciendo una breve introducción al desarrollo infantil quisiera mencionar la GUÍA DEL DESARROLLO INFANTIL desde el nacimiento hasta los 6 años elaborada por el Grupo de Atención Temprana (GAT) cuyo fin es preventivo al ofrecer pautas para mejorar la atención del niño en el ámbito familiar y evitar la aparición de trastornos o dificultades en el desarrollo.

Recordemos que los primeros años de vida son la base del desarrollo del niño y se caracterizan por una adquisición progresiva de funciones tan importantes como son el control postural, la autonomía de desplazamiento, la comunicación, el lenguaje verbal y la interacción con el medio.

Esta evolución está estrechamente ligada al proceso de maduración del sistema nervioso ya iniciado en la vida intrauterina, a la organización emocional y mental. Requiere además, una estructura genética adecuada y la satisfacción de los requerimientos básicos para el ser humano a nivel biológico y psicoafectivo.

Por su parte, la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía ha desarrollado una plataforma denominada UNA VENTANA ABIERTA A LA FAMILIA destinada a apoyar y asesorar a padres y madres en la crianza infantil, favoreciendo su confianza y eficacia en los cuidados y en la estimulación para el desarrollo saludable y el bienestar de sus hijos.

Existe además un apartado llamado guías para cada edad donde se recogen boletines de información dirigidos a padres y madres sobre distintos aspectos del desarrollo infantil según las etapas del crecimiento a partir del primer mes. Estos consejos y recomendaciones abordan temas relacionados con lactancia materna, alimentación infantil, prevención de accidentes en el hogar, promoción de la actividad física, entre otros.

¿Qué objetivos persigue la Atención Temprana?

Como ya se ha comentado, los objetivos generales de la AT son la intervención directa al menor, la atención a su familia y su entorno. Esta actuación sobre el niño será integral y estará encaminada a potenciar la capacidad de desarrollo, evitando o minimizando el agravamiento de una posible deficiencia.

Los principales objetivos son:
  • Considerar al niño como un sujeto activo de la intervención.
  • Reducir los efectos de una deficiencia o déficit sobre el conjunto global del desarrollo del niño.
  • Evitar o reducir la aparición de efectos secundarios o asociados producidos por un trastorno o situación de alto riesgo.
  • Posibilitar de la forma más completa su integración en el medio familiar, educativo y social, favoreciendo su autonomía personal.
  • Introducir los mecanismos necesarios de compensación, eliminación de barreras y adaptación a las necesidades específicas.
  • Atender las necesidades y demandas de la familia y del entorno en el que vive el menor.

¿Quiénes son los destinatarios de la Atención Temprana?

Las intervenciones en AT van dirigidas a niños de riesgo biológico, psicológico y social. Asimismo, a menores con trastornos en el desarrollo descritos en la Organización Diagnóstica para la Atención Temprana - ODAT:
Trastornos en el desarrollo motor y psicomotor. Retrasos evolutivos y trastornos en el desarrollo cognitivo. Trastornos en el desarrollo de la comunicación y del lenguaje. Trastornos del espectro autista. Trastornos sensoriales. Plurideficiencias. Otros.

Niveles de intervención en Atención Temprana:

En el ámbito de la intervención existen tres niveles claramente diferenciados como son la prevención primaria, secundaria y terciaria, siendo esta última la que se ejecuta en los Centros de Atención Infantil Temprana (CAITs) y requiere la actuación específica del equipo de AT.

La prevención primaria es el conjunto de actuaciones preventivas en la población general en edad fértil, así como sobre progenitores y entorno, que tienen como objetivo evitar la aparición de factores de riesgo que pueden afectar el normal desarrollo del niño, tanto en el periodo gestacional como tras el nacimiento.

Prevención primaria = Actuaciones dirigidas a toda la población.

La prevención secundaria en cambio, se refiere al conjunto de actuaciones sobre el niño, progenitores y entorno, que tiene como objetivo detectar de manera precoz enfermedades, trastornos o situaciones de riesgo que puedan afectar su desarrollo.

Prevención secundaria = Detección precoz.

Por último, la prevención terciaria es el conjunto de actuaciones preventivas y asistenciales sobre los menores que presentan trastornos en su desarrollo, sobre sus familiares y su entorno, orientadas a potenciar su capacidad de desarrollo y bienestar, posibilitando su integración en el medio familiar, escolar y social, así como su autonomía personal de la forma más completa posible.

Prevención terciaria = Intervención propiamente dicha en los CAITs.

El acceso al Centro de Atención Infantil Temprana se produce a través de las Unidades de Atención Infantil Temprana que constituyen el primer nivel de atención especializada tras la derivación del pediatra de Atención Primaria y ante la sospecha de trastorno o riesgo de padecer un trastorno del desarrollo.

Los CAITs son servicios autónomos, gratuitos, interdisciplinarios, participativos, descentralizados y sectorizados. Están presentes en todas las Comunidades Autónomas, aunque con distintas denominaciones e incluidos en el nivel de prevención terciaria donde se materializa la actuación del equipo técnico de atención temprana.

Características de la intervención en primera infancia:

La intervención con el menor se realizará lo más precozmente posible y será individualizada, globalizada con un enfoque personalizado a cada niño y familia. Ello supone respetar el ritmo propio de cada menor, no forzarlo ni sobre-estimularlo y adaptar el programa a las necesidades cambiantes. Dicho programa se llevará a cabo en sesiones individuales con la participación de los padres que participarán y observarán de forma directa el trabajo del terapeuta, con el propósito que pueda ser replicado en el hogar con posterioridad.

La intervención abarcará las características propias de cada individuo e incorporará tanto los aspectos psicomotores, sensoriales y perceptivos, cognitivos, comunicativos, afectivos y sociales, como los aspectos relacionados con su entorno, donde se sitúan la familia, la escuela y la sociedad. Periódicamente se revisará el nivel evolutivo y el programa de intervención de cada niño, considerando que cada logro u objetivo adquirido es un paso para iniciar el siguiente.

No es conveniente separar o dividir a los profesionales que evalúan de los que intervienen, por tanto, los integrantes del equipo de AT deben participar en la valoración, intervención y evaluación de cada usuario que acude al CAIT.

Objetivos generales de la intervención:
  • Desarrollar todas sus capacidades respetando su propio ritmo.
  • Prevenir la aparición de trastornos secundarios o asociados al déficit.
  • Facilitar la adquisición de habilidades adaptativas.
  • Contribuir a su desarrollo social, afectivo y emocional, potenciando su autoestima.
  • Normalizar el curso del desarrollo en la medida de sus características y posibilidades.
  • Favorecer su integración familiar, educativa y social, ayudándole a alcanzar el máximo grado de autonomía.
  • Proporcionar al niño un ambiente lo más estimulante y rico posible, partiendo siempre de su entorno natural (familia, escuela, barrio…).

Tipos de equipo:

En la definición del Libro Blanco de la Atención Temprana citada al inicio del presente artículo, se hace referencia al tipo de equipo, es decir, si es un equipo interdisciplinar o transdisciplinar el encargado de planificar y ejecutar la intervención del niño. Esta diferencia entre la orientación de los componentes del equipo va a condicionar la modalidad de intervención que reciba el menor.

El equipo interdisciplinario es aquel constituido por profesionales de diferentes disciplinas (psicología, fisioterapia, logopedia…) que comparten la información, toman decisiones y fijan los objetivos de trabajo para cada usuario del CAIT. En el equipo transdisciplinario, en cambio, sus componentes adquieren conocimientos de otras profesiones relacionadas y los incorporan a su práctica diaria.

En la actualidad, en los Centros de Atención Infantil Temprana la práctica recomendada y compartida por la mayoría de los terapeutas es la del equipo transdisciplinar. En éste, un único miembro es el profesional de referencia que asume la responsabilidad de la intervención del menor y también, en la mayoría de los casos, el contacto directo con la familia. Sin embargo, ciertos niños por sus características y diagnóstico pueden requerir el abordaje conjunto de 2 o más terapeutas, los que se sumarían al profesional de referencia antes mencionado.

En cualquier caso, será el equipo interdisciplinario o transdisciplinario el encargado de intervenir al menor a través de diferentes actividades de estimulación dirigidas a potenciar todas las áreas del desarrollo y teniendo siempre en cuenta su globalidad.

Funciones del logopeda:

Quisiera aclarar que únicamente me voy a referir a mi experiencia como logopeda en CAITs de Andalucía donde he tenido la oportunidad de integrar grupos de trabajo con otros profesionales sanitarios.

Con carácter general, las funciones del logopeda son participar de la elaboración, ejecución, supervisión y evaluación de los programas de intervención dirigidos al menor, familia y entorno. Además de estas responsabilidades generales, tendrá las siguientes tareas particulares:
  1. Participará en programas de prevención primaria y detección.
  2. Se coordinará con los recursos del entorno (escuelas, contacto con especialistas…).
  3. Derivará los casos que lo precisen a los servicios adecuados.
  4. Participará en reuniones de coordinación con el equipo técnico del CAIT.
  5. Elaborará documentación y material específico para la intervención dirigida al niño, familia y entorno.
  6. Registrará los datos y las consultas realizadas en el Sistema de Información de Atención Temprana ALBORADA*.

En síntesis, la labor del logopeda en un centro de atención temprana estará vinculada en todo momento a la tríada formada por el niño, su familia y el entorno.

Desarrollo de una sesión:

La/el logopeda deberá prever los recursos terapéuticos que pueda necesitar para estimular de forma adecuada a su paciente a lo largo de la sesión. Si bien es cierto que con menores es habitual cambiar la dirección de la terapia e improvisar, es preciso preparar con antelación los materiales de trabajo para abordar los diferentes objetivos del programa.

Motivar a cada niño durante toda la terapia exige conocimiento y experiencia, misión que el profesional pondrá en práctica para conseguir los resultados deseados. Se trata en definitiva de ejecutar la programación diseñada para ese usuario en particular, apelando a lo lúdico, con actividades motivadoras y placenteras dirigidas a todas las áreas del desarrollo.

Los niños que en sesión mantienen un fuerte vínculo afectivo con el familiar que los acompaña al CAIT, generalmente la madre o el padre, suelen trabajar mejor con sus progenitores. En estos casos, se instruye al familiar para que aplique y desarrolle los objetivos específicos en sesión bajo la supervisión del profesional que va acompañando y guiando toda la actividad. El hecho de orientar y motivar a la familia en la aplicación del programa de tratamiento tiene por objetivo añadido el garantizar su continuidad en el hogar, reforzando de este modo su confianza y autonomía.

En la práctica clínica comprobamos que en la mayoría de los casos los menores que acuden al CAIT y posteriormente refuerzan en casa diariamente los objetivos trabajados, tienen una evolución más favorable comparada con el resto.

Es bien sabido que en AT trabajamos con la familia que asiste de forma total o parcial al desarrollo de la sesión. Sin embargo, algunos niños por diferentes motivos no colaboran en presencia de un familiar dificultando o impidiendo la intervención. En estos casos es habitual utilizar los recursos como el espejo unidireccional o la cámara de Gesell, que permiten a la familia observar el desarrollo de la sesión desde una sala contigua sin ser visto por el menor, facilitando así el trabajo del logopeda.

En mi experiencia personal, la intervención de población infantil y juvenil ha estado presente en mi camino desde los primeros años de ejercicio profesional hasta la actualidad. He integrado equipos interdisciplinarios y transdisciplinarios de trabajo con profesionales pertenecientes a las áreas de fisioterapia, terapia ocupacional, psicología, psicopedagogía, trabajo social, pediatría, neurología, entre otros.

Como logopeda de un CAIT tuve la oportunidad de intervenir diversidad de casos habituales en la práctica diaria, como por ejemplo, cromosomopatías, prematuridad, Trastornos del Espectro Autista (TEA), Parálisis Cerebral (PC), Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), hipoacusias, disfluencias… trabajando con familias en riesgo de exclusión social, inmigrantes, etc. y en coordinación con los centros sanitarios, educativos y sociales.

En todos los casos donde el grupo destinatario pertenecía a primera infancia (0 a 6 años), existía un mismo denominador común, el trabajo personalizado con el niño desde un enfoque holístico y la participación activa del núcleo familiar, en permanente coordinación con el entorno.

El rol de la familia:

Una parte importantísima de la terapia logopédica es la orientación, el apoyo y la información que ofrecemos a la familia y al menor que tratamos, siempre dependiendo de su edad.

Está demostrado que una persona adecuadamente informada colabora más y mejor siendo un punto a favor que suma en todo el proceso terapéutico. Por este motivo, es fundamental implicar a toda la familia para que entienda la problemática de su hijo y apoye el trabajo de los profesionales del CAIT, generalizando así los aprendizajes al resto de ambientes.
En este sentido, a lo largo de toda la intervención estarán presentes la madre, el padre o ambos participando de forma activa en las sesiones, involucrándose y comprendiendo la dinámica de trabajo para que continúen en el hogar y con total autonomía las actividades iniciadas en el centro.

Se trata en definitiva de apostar por el empoderamiento de la familia, dotando a los padres y a las madres del conocimiento y los recursos necesarios para que puedan actuar de forma eficiente ante las necesidades especiales de su hija o hijo.

Actuaciones con la familia (prevención terciaria):
  • Los padres serán considerados agentes o sujetos activos de la intervención, por tanto, se les permitirá la participación en la toma de decisiones y su implicación en todo el proceso terapéutico.
  • Serán informados, orientados y apoyados para entender las posibilidades de su hijo y los recursos disponibles.
  • Se les facilitará el proceso de aceptación del niño y se les ayudará a afrontar las situaciones de estrés teniendo en cuenta a todos los miembros de la estructura familiar.
  • Se fomentará una adecuada relación afectiva entre padres e hijo, ayudando al establecimiento de apegos seguros.
  • Se favorecerá que el contexto familiar sea rico en estímulos, integrando las actividades específicas que se tengan que desarrollar con el niño dentro de las actividades de la vida diaria.
  • Se fomentarán sus propias habilidades y competencias que les ayuden a desarrollar la confianza necesaria para responsabilizarse e implicarse en el aporte de los medios adecuados para conseguir el desarrollo integral del menor.

Actuaciones en el entorno (prevención terciaria):
  • Para el desarrollo global del niño es necesaria la integración en el medio en el que se desenvuelve, particularmente la relación con su grupo de iguales.
  • Se buscará el mayor grado de integración social posible y en un contexto lo más normalizado que se pueda conseguir, creando o adaptando los recursos a las posibilidades del menor, familia y ámbito social.
  • La colaboración de los servicios sociales comunitarios con los equipos de AT es fundamental, para que estos profesionales orienten oportunamente al niño y familia sobre los recursos que facilitan la adaptación al entorno, incluyendo el acceso a actividades deportivas y lúdicas, así como sobre los servicios de respiro familiar.

Dentro de las actuaciones que se realizan en el entorno, se encuentran las actividades de coordinación en todas sus modalidades (presenciales, telefónicas…) esenciales en el trabajo con menores a fin de sensibilizar al conjunto de la sociedad. En este sentido, es muy importante mantener un estrecho diálogo con los especialistas médicos como así también, con los centros escolares, especialmente con tutores, maestros de audición y lenguaje y educación especial. De igual modo, es clave la coordinación con los equipos de orientación educativa, trabajo social y otros profesionales que tienen relación directa con los usuarios del CAIT.

Personalmente considero que solo coordinando las actuaciones de todos los profesionales implicados en el desarrollo integral del niño, se logrará la consecución de los objetivos establecidos para cada caso en particular.

Para terminar, quisiera compartir la definición que propuso el grupo de expertos reunidos por la Comisión Europea (Soriano, 2005)1 citado en La Visión de los Profesionales (GAT, 2018).

La Atención Temprana es un conjunto de intervenciones para niños pequeños y sus familias, ofrecida previa petición, en un determinado momento de la vida de un niño, que abarca cualquier acción realizada cuando un niño necesita un apoyo especial para:

Asegurar y mejorar su evolución personal, reforzar las propias competencias de la familia y fomentar la inclusión social de la familia y el niño.

Estas acciones deben ofrecerse en el entorno natural del niño, preferentemente cerca de su domicilio, bajo un enfoque de trabajo en equipo, multidimensional y orientado a las familias.

* El Sistema de Información de Atención Temprana ALBORADA, es un Sistema de Gestión perteneciente a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, que tiene como objetivo ser la herramienta que facilite la coordinación de todos los actores que intervienen en el seguimiento del menor con trastornos del desarrollo o riesgo de padecerlos y sus familias.
Para asegurar la coordinación el Sistema será utilizado por profesionales del Sistema Sanitario Público de Andalucía, profesionales de los Centros de Atención Infantil Temprana y figuras de coordinación ubicadas en las Delegaciones Provinciales de Salud y Educación.

1- Soriano, V. (2005). Atención temprana en Europa. Aspectos clave y recomendaciones. EADSNE.

FUENTES CONSULTADAS:

jueves, 10 de enero de 2013

LAS DISFONÍAS INFANTILES: ETIOLOGÍA. SINTOMATOLOGÍA. TRATAMIENTO

INTRODUCCIÓN:

La disfonía infantil es un diagnóstico frecuente en la práctica logopédica, generado en su gran mayoría a partir del uso incorrecto de la voz o el abuso vocal.

Las disfonías infantiles son trastornos de la voz que afectan a niños y niñas en edades comprendidas entre los 6 y 10 años hasta la edad puberal. Afectan a casi la mitad de los niños en edad escolar. Generalmente estos trastornos no son severos y no suelen suponer la pérdida completa de la voz de manera prolongada o permanente1.

Estas alteraciones de la voz en la infancia son cuadros benignos que responden satisfactoriamente a la terapia vocal (Logopedia).

En líneas generales, son pacientes que llegan a la consulta por derivación del pediatra, otorrinolaringólogo (ORL) o el centro educativo, donde el trastorno vocal en clase se hace evidente.

En ocasiones son los padres quienes preocupados por la ronquera constante, la fatiga vocal y el dolor al hablar referido por sus hijos, efectúan la consulta al logopeda. En estos casos, se remite el paciente a ORL solicitando un informe del diagnóstico laríngeo que es un dato imprescindible para el abordaje terapéutico posterior.


ETIOLOGÍA:

Las disfonías infantiles pueden ser de etiología orgánica, funcional o mixta, siendo la funcional la causa más habitual. Si se acompaña de disnea, estridor y/o disfagia se buscará la causa orgánica2.

El abuso y el mal uso de la voz son las causas más frecuentes de la disfonía en la población infantil.

Aunque la causa funcional es la más común, algunas disfonías comienzan siendo funcionales y a través del tiempo se manifiestan las lesiones, debido a la continuidad del mal uso o abuso vocal del menor.

Esta nueva situación modificará el diagnóstico que pasará de ser una disfonía funcional (sin lesión cordal) a una disfonía mixta u orgánicofuncional, donde los nódulos vocales son el hallazgo laringológico más frecuente.

Muchas veces el mecanismo de sobreesfuerzo vocal y sobrecarga funcional constante, puede llegar a provocar lesiones en las cuerdas vocales. Entre estos trastornos podemos considerar los nódulos vocales, con una incidencia en la población infantil entre el 50% y el 70% de casos, según diferentes estudios1.

La etiología más frecuente es el abuso vocal. Los factores que lo predisponen son2:

Niños hiperactivos, contexto familiar hiperactivo con padres ansiosos, comunicación por medio de gritos, padres disfónicos (imitación de patrones), tendencia del niño a presentar cuadros ORL (otitis, faringitis, etc.,), cirugías previas (adenoides, amígdalas, nódulos, etc.), deficiencias auditivas.

Las disfonías infantiles suelen aparecer con ocasión de una alteración transitoria de la laringe (laringitis viral) durante la cual el niño no ha respetado la moderación vocal pertinente, otras veces tras una amigdalectomía, el niño puede verse obligado a un comportamiento de sobreesfuerzo vocal, etc.1.



La imagen corresponde a la Figura 2. Nódulos vocales en una niña de siete años. REV MED UNIV NAVARRA1. Citada en bibliografía.


SINTOMATOLOGÍA:

Es habitual observar en la consulta y en la vida diaria como ciertos niños son incapaces de emplear un volumen de conversación. Sus producciones vocales son la comunicación a intensidad elevada o los gritos, como por ejemplo:

Juegos a través de gritos, concurso de gritos, hablar por encima del sonido del ambiente (máquinas en funcionamiento, música, TV), reír y llorar a los gritos, etc.

Estas son las conductas vocales de nuestros pacientes que, en ocasiones, cuesta comprender durante el interrogatorio debido a la ronquera crónica que padecen.

Recordemos que toda disfonía es un síntoma, por tanto, en los niños una voz agravada (disfónica) se considera anormal o fuera de la norma, siendo su opuesto la voz aguda que sería un índice de normalidad, tanto en las niñas como en los niños.

Las características vocales son2:

Voz ronca, áspera, aireada, golpes glóticos, respiración audible, fatiga vocal, incoordinación fono-respiro-articulatoria, una extensión tonal acortada (4 o 5 tonos) y desplaza hacia los graves.

Los gritos son excesivos en relación a las posibilidades de la laringe infantil y exigen una tensión exagerada de toda la musculatura1, lo que predispone a la instalación de la disfonía.

La evolución no siempre es la misma, algunas laringes son más resistentes a la prueba del tiempo, y a pesar de su maltrato, unas pueden mantener una disfonía sin alteración de los pliegues vocales, y otras padecen una disfonía con alteraciones importantes1.

El niño a través de su disfonía está expresando el mal uso que hace de su voz, manifiesta una inhabilidad fonatoria, un sobreesfuerzo, una hiperfunción que afecta a la musculatura de la laringe, acciones que serán modificadas en el transcurso de la reeducación.

En los colegios, podemos observar en los niños ataques vocales bruscos, golpes de glotis, risas y llantos muy intensos, restricción mandibular en la articulación de la palabra, respiración torácica alta o clavicular, inspiración bucal, fonación invertida o inspirada, consumo de aire residual hablando hasta quedarse sin aliento, rigidez en cuello, venas ingurgitadas, chillidos incontrolados, ritmos de habla incontrolados y rápidos, uso de tonos e intensidades desmedidas, vicios posturales y dientes apretados, etc1.


TRATAMIENTO:

El tratamiento de elección es la reeducación vocal, descartándose la cirugía por dos motivos esenciales: la etiología de la lesión (mal uso) y la labilidad de una laringe en desarrollo2.

La intervención logopédica se llevará a cabo mediante una terapia de voz más un programa de higiene vocal personalizado según los hábitos del niño.

En ocasiones los nódulos remiten durante la pubertad (período mutacional) no obstante, se deberá considerar la actuación logopédica a fin de modificar los patrones vocales abusivos y erróneos que dieron origen a las lesiones. El objetivo de la intervención será evitar las recidivas, es decir, la reaparición de las lesiones en el futuro.

Los nódulos vocales se pueden acompañar de insuficiencia velofaríngea que requiere de ejercicios específicos, al igual que la posible deglución atípica, respiración bucal y ceceo2.

Con frecuencia las disfonías infantiles no son detectadas en el ámbito familiar, a veces discretas alteraciones de la voz no alarman a los padres, sobretodo en entornos familiares donde la madre o el padre hablan con gran intensidad, o si alguno presenta una voz disfónica1.

Cuando la disfonía se descubre en el centro educativo, suele ser el docente/tutor (concienciado con la importancia de cuidar la voz) quien orienta a la familia sobre la problemática hallada y la conveniencia de consultar al ORL y/o al logopeda.

El niño deberá conocer las posibilidades que le brinda su instrumento fonador para hablar en un volumen conversacional. Como terapeutas, le ofreceremos las herramientas necesarias para lograr este objetivo mediante el entrenamiento vocal (Logopedia).

Se trata en definitiva de reeducar la voz de un niño de forma integral, dentro de un contexto familiar, educativo y social.



LA TERAPIA VOCAL:

La reeducación de la voz es el tratamiento indicado en los casos de disfonías infantiles y puberales, encaminado a modificar y eliminar los usos vocales inadecuados o abusivos.

Tanto en el diagnóstico de esbozos nodulares como de nódulos, la terapia vocal se aplicará para lograr la remisión de las lesiones y la modificación del mal uso de la voz.

Una de las primeras orientaciones para la educación y reeducación vocal comienza con la identificación y eliminación de hábitos vocales inapropiados1.

La intervención se realizará a través del juego y siguiendo las mismas pautas reeducativas que en una disfonía adulta: función de respiración, relajación y proyección de la voz, planificando un tratamiento personalizado.

Se integrarán en la terapia las indicaciones de higiene vocal que por tratarse de niños tendrán mayor flexibilidad.

La intervención de los diferentes parámetros acústicos de la voz: intensidad, altura o tono, timbre y duración se hará desde un universo lúdico.

El entrenamiento vocal se llevará a cabo mediante ejercicios de vocalización, por ejemplo: glissandos ascendentes y descendentes comenzando con las vocales de menor complejidad (u-o), utilizando diferentes actividades gráficas y de juego, según la edad del paciente.

Se buscará el canal más adecuado para llegar al niño, los que estudian canto pueden vocalizar directamente pero los que no lo hacen podrán desinhibirse a través del juego2.

Para que el tratamiento sea efectivo se formará un equipo en el que intervengan el otorrinolaringólogo, los padres, el profesor del aula y el logopeda1.

El interés, la motivación y la decisión del niño por iniciar la reeducación vocal, serán factores determinantes para que la terapia sea exitosa.

La duración del tratamiento no es fija, pero hay que considerar que intervenciones demasiado largas no son efectivas y promueven su abandono.


CONCLUSIONES:

Las disfonías infantiles son cuadros habituales en la clínica diaria que afectan a menores de ambos sexos y se prolonga hasta la pubertad.

La etiología puede ser orgánica, mixta o funcional, siendo la más común la causa funcional.

El abuso vocal es la causa más frecuente de este trastorno de la voz en la población infantil.

Dado que el origen es una mala función del comportamiento vocal, además de recurrir al tratamiento farmacológico o en algunos casos a la cirugía, será imprescindible realizar tratamiento reeducativo o vocal1.

En la salud vocal de los menores la prevención es un trabajo de todos, especialmente del núcleo familiar, los pediatras y educadores.

Como medida preventiva y educativa se sugiere implementar nuevos modelos de comunicación y escucha activa dentro del grupo familiar, para evitar que se mantengan los hábitos de mal uso y abuso vocal presentes en la génesis de la disfonía.

La actuación más efectiva es la prevención, la educación de la voz y la higiene vocal para evitar el desarrollo de trastornos de la voz y lesiones en la laringe de los niños.


BIBLIOGRAFÍA:

  1. Molina Hurtado MT, Fernández González S, Vázquez de la Iglesia F, Urra Barandiarán A. Voz del niño. REV MED UNIV NAVARRA/VOL 50, Nº 3, 2006, p. 31-43. Disponible en: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/35894/1/pdf.pdf
  2. Farías, P. Ejercicios que restauran la función vocal. Ed. Akadia. Buenos Aires, Argentina. 1ª ed. 2007.